Mi respuesta personal es SI, sé que hay casos donde la dieta no hace mayores efectos, pero en el caso de mi hijo funcionó casi de inmediato, mejoró los cambios de humor, las crisis de insomnio, comenzó a regular la parte sensorial, la cual presentaba los 2 extremos juntos, es decir, era hipersensible e hiposensible, y logró hacer un salto increíble en el lenguaje. No fue fácil ni perfecto, la parte de la desintoxicación la verdad fue bastante impresionante y fuerte para nosotros, quedamos impactados con los resultados y se aclararon todas nuestras dudas al respecto. Tal vez se lea exagerado pero es que realmente así fue, nuestro hito con Juan Andrés fue marcado por la dieta, ése fue nuestro "antes y después".
Como ya les he explicado en artículos anteriores, una de las afecciones más significativas y marcadas que sufre mi hijo por su condición son las crisis de insomnio (puedes leer los artículos aquí y aquí). No todos los niños con autismo sufren de esto y ningún caso es igual a otro, pero lo cierto es que estos episodios comenzaron a aparecer en el proceso de diagnostico y han ido mejorando después de haber comenzado su régimen de alimentación especial: GFCFSF, siglas que significan Gluten Free, Caseine Free, Soy Free. Una dieta que consiste en una alimentación 100% natural, sin aditivos químicos y que retira por completo el Gluten (contenido en trigo, avena, cebada, centeno, Espelta, Kamut y como aditivo en embutidos, enlatados, productos procesados, etc.), la Caseína (proteína de la leche contenida en todos los lácteos, incluyendo los deslactosados) y la Soya, en nuestro caso también se retira el azúcar.
De todos los profesionales que evaluaron a Juan Andrés en un principio (12 en total), dos me indicaron que la dieta es un mito diciendo: prueba si quieres, pero es una tortura muy costosa y no será clave en la mejora, otro me recomendó: no vale la pena, es someterse a mas estrés y te traerá alteraciones negativas en su conducta, mejor vamos a medicarlo. Los otros profesionales fueron mixtos en sus respuestas, varios apoyaban la dieta 100 % y otros simplemente decían: he visto que funciona a algunos niños y a otros no, prueba la dieta y si le funciona no se la quites, en lo único que coincidieron todos fue en que en este camino toda lucha vale.
Así que mi esposo y yo tuvimos que pensarlo y tomar nuestra decisión, lo primero que sentimos fue desconfianza ya que, nuestro hijo siempre tuvo una alimentación sana y nos preguntábamos ¿cómo puede ser más sana?, tampoco entendíamos muy bien la relación entre la alimentación y el desarrollo neuronal, uno sabe que una buena alimentación en los niños es clave para su desarrollo general, sí, pero ¿qué tiene que ver la leche y el trigo con el cerebro? ¿acaso no son alimentos sanos? ¿eso no fue lo que me recomendó el pediatra que le diera? ¿el pediatra me recomendó algo que no es sano?. Aparte hay otros casos en donde la dieta aparentemente no hace efecto, sin embargo, la idea de medicar al niño era definitivamente algo que no queríamos en primera instancia, entonces a pesar de las dudas hicimos el esfuerzo de intentarlo, pensando siempre en lo natural (ojo, no quiero decir que los padres que toman la decisión de medicar a sus niños lo hacen mal, hay niños que realmente lo necesitan y todos los padres hacemos lo posible por ayudar a nuestros hijos).
Al indagar cada detalle del proceso, nos dimos cuenta de que no era una dieta especial, era cambiar radicalmente nuestro estilo de vida. No solo hablamos de comer diferente, sino de buscar ingredientes sustitutos y alimentos especiales que no se consiguen en los lugares donde acostumbramos a ir y aparte, aprender a cocinar de nuevo. En este punto es donde muchos dan su 1er NO a la dieta, pero nosotros a pesar de que teníamos muchas dudas y varios puntos en contra seguimos adelante, gracias a esa pequeña llama de esperanza que dice: toda lucha vale. Buscamos asesoría de cómo aplicar la dieta, comenzamos los cambios poco a poco para adaptarnos -nosotros los padres, porque para el niño no hubo mayores cambios, eso es lo bueno de acostumbrarlos a comer sano desde pequeños-, cocinar más y comer afuera menos, cambiar ingredientes de recetas sin tener que dejar de preparar las cosas que más nos gustan, crear conciencia en la familia y personas cercanas para que colaboren con nosotros. Hubo momentos muy difíciles y frustrantes que casi nos hacen tirar la toalla con la dieta, pero al comenzar a ver los resultados (en la 1ra semana) entendimos que los esfuerzos necesarios para este nuevo estilo de vida, definitivamente valen la pena si hablamos de mejoras significativas en nuestro hijo, ya pasamos la etapa de ansiedad y nos sentimos más sanos, estamos más organizados y ya la dieta no nos representa muchos sacrificios, nos ha permitido aprender cosas nuevas, no nos ha impedido disfrutar de la comida, vivimos más relajados, con más energías y NO le ha robado la niñez a nuestro hijo (como una vez me dijeron).
Así que si eres una mamá que tiene dudas al respecto sobre esta dieta especial pero quieres intentarlo ¡prueba!, hazlo por un período no menor a 1 mes y siempre bajo la supervisión de un profesional en el área, lo más importante es que pase lo que pase, no te desvíes de tu objetivo ni te dejes engañar por eso de "un poquito no le hace daño", porque en este caso el daño más mínimo es muy importante. Acepta los cambios de manera positiva y déjate llevar por el bienestar que esto representa en general para toda la familia, se pasan momentos de ansiedad pero luego te sientes mejor y vives más saludable.
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